Ensayo fotográfico: Así se come en los hogares zulianos
Fotografías: María Lucrecia Crespo
Una alimentación adecuada es fundamental para una vida sana y activa. Con una dieta ajustada a características como la edad, hábitos de vida, salud, ocupación, sexo, contexto cultural, los alimentos disponibles en el lugar y los hábitos alimentarios, el organismo puede funcionar correctamente, teniendo a su alcance los nutrientes y las vitaminas que necesita.
Cuando esto no sucede, se presentan consecuencias como la disminución de la respuesta del sistema inmunológico, alteración del desarrollo físico y mental, la malnutrición, así como el incremento de la vulnerabilidad a diversas enfermedades.
En medio de la emergencia humanitaria compleja que vive Venezuela, contar con la garantía del derecho a una alimentación, suficiente, sana y nutritiva cada vez se hace más cuesta arriba.
En el Zulia los ingresos de la población, cada vez más insuficientes, hacen que muchos hogares deban aplicar estrategias de sobrevivencia como saltarse comidas, consumir alimentos menos preferidos o más baratos, servir mayores porciones a los niños, niñas y adolescentes, entre otras.
En medio de este contexto, la Comisión para los Derechos Humanos del Estado Zulia (Codhez) presenta su primer ensayo fotográfico que aborda la situación alimentaria en la región zuliana. Se trata de una mirada a la intimidad cotidiana que tiene lugar en las cocinas y los comedores de hogares con diversas características.
Por tradición, los hogares venezolanos acostumbran a basar su alimentación de acuerdo con tres comidas: el desayuno, el almuerzo y la cena.
Tomando en cuenta esto, Codhez visitó cinco hogares zulianos en estos tres momentos del día, con el fin de documentar la situación alimentaria en estos y visibilizar las realidades encontradas.
Comer una o dos veces al día
Una pareja de adultos mayores, habitantes del barrio Las Tarabas, en la parroquia Juana de Ávila en Maracaibo, inicia el día con solamente café sobre su mesa.
El hombre, sostén económico del hogar, vende café y galletas en zonas cercanas a su sector. Es por ello que la primera taza que sirve es a su esposa, y luego la suya. Lo que reúne en el día se destina para la compra de alimentos. Esa cantidad, cuyo monto no hay manera de predecir, se suma a los 20 dólares estadounidenses mensuales que reciben de sus familiares en el exterior.
A esto se suman los bonos que otorga el Estado a través del Carnet de la Patria, que al mes pueden acumular la cantidad de Bs. 250 (unos 10 dólares, calculados a la tasa Bs./USD 25,17). Alguna vez recibieron la Caja CLAP, sin embargo, es incierto saber si llegará de nuevo. Ya resulta lejana la última vez que los delegados del consejo comunal tocaron su puerta con el beneficio.
Al mediodía cierra la jornada. Es la hora del almuerzo y el hombre llega a casa con algunos alimentos para preparar la primera comida del día. Al cabo de unos minutos, la mujer advierte que la mesa está servida: el arroz blanco cubre por completo los platos, y a un costado, resaltan un par de alitas de pollo para cada comensal.
Conversando, la pareja lamenta que en otros tiempos no tenían dificultades para alimentarse. Mientras que en la actualidad hay ocasiones en que solo comen una vez por día.
Al caer la noche, los adultos mayores no pueden prescindir de la cena, pues su nieta llegó de visita. A pesar de que no hay agua y ello dificulta la preparación de los alimentos, buscan la manera de dar forma a unas arepas que acompañan con una ración de queso blanco semiduro rallado. De esta manera, transcurre un día más en el calendario, y uno menos en que pensar qué habrá de comer.
Cada vez alcanza menos el dinero
Es lunes y no hubo actividad escolar como la mayoría de los días de la semana. Sin embargo, una madre y su hijo, ambos habitantes del sector La Pomona, de la parroquia Cristo de Aranza en Maracaibo, se despiertan temprano para desayunar.
No hay más que una arepa de maíz servida para cada uno. No hay queso ni embutidos. Tampoco margarina u otra grasa que, por tradición, suele acompañar este alimento.
Los ingresos de la mujer no superan los 30 dólares por mes, producto de su desempeño en el comercio informal independiente cerca de su hogar. Dice que, en días buenos, afuera le ofrecen almuerzo para ella y su hijo. Cada vez le alcanza menos para comprar los alimentos que desearía tener en su alacena.
Comenta que no recibe remesas, ni tampoco se beneficia de algún bono otorgado por el Estado a través del Carnet de la Patria, un instrumento gubernamental de identificación para recibir ayudas sociales.
En la noche, la mujer cuenta que no hay alimentos para hacer la tercera comida en casa. Dice que tampoco ha llegado desde hace un mes la Caja CLAP con los alimentos que asigna el Gobierno.
Una vecina, que ayuda con las tareas escolares del niño por las tardes, le ofrece alimentos para la cena. Se acuestan con el estómago lleno. Mañana será otro día.
Una dieta especial difícil de cumplir
Es de mañana y el sol se cuela por las ventanas de uno de los hogares del sector La Popular, en la parroquia Domitila Flores del municipio San Francisco. Allí, una familia de siete integrantes se organiza para preparar el desayuno.
Las arepas, hechas de harina de maíz pre-cocido, son rendidoras y cubren las necesidades de todos los presentes. Las acompañan con embutidos de pollo y con queso blanco semiduro. Los niños y adolescentes son priorizados en las porciones.
El padre de familia padece de insuficiencia renal. Debe ir tres veces por semana a recibir diálisis en el Hospital Dr. Manuel Noriega Trigo. Esto implica desembolsar 40 bolívares en pasajes por día. No siempre cuenta con esa cantidad, por lo que debe sacrificar su salud. Requiere una dieta especial que es difícil de cumplir a cabalidad, porque el dinero no alcanza.
Pasadas las 12:00 del mediodía, se reúnen de nuevo en la mesa. El arroz abunda en los platos, a los que suman unas presas de pollo. Están sin electricidad. El silencio prima.
Mientras consumen los alimentos, el padre cuenta que el ingreso mensual de este hogar ronda los 100 dólares, gracias al esfuerzo de dos personas que están activas laboralmente. Como adicional, cuentan con 20 dólares, en promedio, que reciben a través de los bonos del Estado. Las remesas son casi tan escasas como las cajas CLAP, que llegan a ser anuales.
Muchos integrantes, pocas opciones
Ocho personas conforman una numerosa familia que habita en el sector El Milagro, de la parroquia Santa Lucía de Maracaibo. El desayuno se hace necesario para prepararse para una nueva jornada.
Arepa y huevos revueltos con verduras es la primera comida del día. Aunque no hay puestos suficientes en la mesa para que todos coman juntos, lo hacen casi al mismo tiempo y con las porciones que deseen.
Como parte de su dinámica cotidiana, una integrante de la familia da inicio a la preparación del almuerzo apenas unos minutos después de terminar de desayunar. Mientras tres personas salen a trabajar, algunos se quedan en casa para asumir otras labores domésticas, como la limpieza del hogar.
Quienes están laboralmente activos suman un ingreso que ronda los 500 dólares mensuales. Además, esta familia recibe bonos estatales. Sin embargo, el monto entre los beneficiarios llega a representar 30 dólares por mes.
Para el almuerzo, platos con tres contornos se hacen presente en el comedor: arroz, albóndigas de carne y ensalada con papa, zanahoria, huevo y remolacha.
Medianas posibilidades en medio de la crisis
En el sector Pomona, de la parroquia Cristo de Aranza de Maracaibo, una familia espera por el desayuno que solo prepara la madre de este hogar.
Las arepas rellenas con queso y huevos revueltos conforman la primera comida del día. Como acompañante, en la mesa hay tazas con café con leche.
Para el almuerzo, se sirve carne de res tipo bistec, con contornos como arroz y ensalada de papa, zanahoria, remolacha y huevo. Algunos añaden una porción de queso blanco semiduro. Se sirven en cantidades previamente conocidas para cada persona.
La variedad de estas comidas se debe a los ingresos mensuales de los tres integrantes del hogar, que unidos superan los 1.000 dólares. La mitad de esta suma se dedica al gasto en alimentos. Reciben también bonos del Estado, aunque ello signifique solo 10 dólares en este mismo período.
Este ensayo fotográfico forma parte de Rostros de la Esperanza, un seriado de crónicas, promovido por Codhez, para visibilizar historias que merecen ser contadas en el contexto de la emergencia humanitaria compleja en Venezuela.