‘La defensa de los derechos humanos es lo más maravilloso del mundo’

En 2014, en el estado Zulia una oleada de manifestaciones contra el gobierno de Nicolás Maduro dejó como resultado más de seiscientas detenciones arbitrarias.

Para Celia Dao, esta situación la trastocó a un nivel personal: su papá fue preso de conciencia durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez por más de diez años. Por eso conoce de primera mano lo que implica la restricción a la libertad sin causa justificada, la actuación de los regímenes totalitarios y el daño que causan a las familias.

El encuentro de aquel recuerdo con la realidad que enfrentaba fue el detonante para darle un nuevo giro a su carrera como abogada. Dejó de ejercer su profesión como medio de subsistencia, para tenerlo como un estilo de vida en beneficio de otros.

‘Desde ese momento me involucré en el estilo de vida de la defensa de los derechos humanos, que es lo más maravilloso del mundo. Quedé atrapada en este movimiento de los derechos humanos junto a personas que creemos y amamos la defensa de los derechos humanos’, destaca la activista.

Junto a los abogados de la Comisión para los Derechos Humanos del estado Zulia, ayudó en la documentación de las detenciones arbitrarias y en la atención de los detenidos en los centros de reclusión de las manifestaciones antigubernamentales de 2014 y 2017.

‘Mi papá me hablaba que mientras estuvo en la cárcel, había abogados defensores que ayudaban a los detenidos por persecución. Me di cuenta que estábamos repitiendo la historia’.

 

Ángel Chiquinquireño 

Aunque continúa motivada por la promoción y defensa de los derechos civiles y políticos, los signos de la emergencia humanitaria compleja que atraviesa Venezuela comenzaban a manifestarse en 2016 y la motivaron a expandir su labor. 

Junto a Annelise Mirabal, María Cristina Lameirinhas e Indira Hansen decidieron constituir la fundación Ángeles Chiquinquireños. Desde la fundación, comenzaron a registrar los primeros casos de desnutrición en el Servicio de Recuperación Nutricional del Hospital Chiquinquirá de Maracaibo.

Su trabajo se enfocaba en el suministro de las fórmulas maternizadas, los insumos y medicamentos para el funcionamiento de esa área específica del hospital y sus pacientes.

Así fue como visibilizaron el primer caso de muerte por desnutrición en Maracaibo, un niño wayuu de padres desempleados. ‘Fue un shock para nosotras escribir como causa de muerte la desnutrición grave, que quedara evidenciado en el papel esa información’.

La divulgación de la noticia no fue bien recibida por el entonces director del Hospital Chiquinquirá, Jhonny Soto, al punto de que las expulsó del centro de salud.

‘La gente nos decía ‘¿Por qué se van los ángeles? Esto no puede ser’. Fueron las personas quienes les dieron el nombre a nuestra fundación, así nos decían y así quedamos’.

Aunque presentaron una denuncia ante la Defensoría del Pueblo, a los ángeles no se les permitió ingresar nuevamente al área del Servicio de Recuperación Nutricional del Hospital. Los insumos tenían que dejarlos en la puerta del centro de salud y después tenían que irse, ese fue el trato que hicieron y mantuvieron por casi 6 meses.  

Solidaridad constante

Actualmente, Ángeles Chiquinquireños tiene un espacio en la Casa de la Misericordia, donde atienden a 59 niños en estado de desnutrición. Los martes de cada semana, realizan jornadas para el suministro de alimentos y medicamentos para los niños y sus familias, además de ofrecer el seguimiento de cada caso por parte de un equipo multidisciplinario.

 ‘Antes los niños venían de zonas muy lejanas, de los límites de Maracaibo, pero en la actualidad provienen de los barrios consolidados de la ciudad. Desde hace más de dos años está sembrada la desnutrición en Maracaibo’, denuncia la activista.

Indignada, Celia manifiesta que no hay abastecimiento de fórmulas maternizadas y si se consiguen en los anaqueles de los mercados una lata de 200 gramos ronda el precio de 5 mil bolívares soberanos. ‘Promovemos la lactancia materna, pero las madres que llegan a la fundación no están bien alimentadas y no producen leche. Somos un soporte nutricional, más nada, ojalá tengamos un banco de leche materna para poder ayudar más a los niños’.

Para Celia, ser solidaria con el otro es una constante en cada día de su vida. Desde Ángeles Chiquinquireños está comprometida con la documentación de todos los casos por desnutrición que se registran en Maracaibo. 

 ‘Si tengo las herramientas para ayudar, lo hago. En la defensa de los derechos humanos nos necesitamos a todos. En Ángeles Chiquinquireños tenemos las puertas abiertas para todo aquel que quiera unirse a nuestra causa. Quien se quiera sumar, bienvenido sea’.

  
 

 

Prensa Codhez
Foto: Ernesto Pérez 

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