Crece el miedo en Venezuela: la malnutrición es una bomba de tiempo

El grafiti escrito a lo largo de la pared de Caracas es corto pero doloroso. ‘Tengo hambre’, se lee.

Es un llanto común en Venezuela. Mientras el presidente socialista Nicolás Maduro y el líder de oposición respaldado por occidente, Juan Guaidó, pelean por el futuro del país, en medio de un colapso económico que ha bajado considerablemente el acceso a comida, combustible y medicinas. Millones de personas pasan hambre durante largos períodos de tiempo, poniendo en riesgo su salud, han advertido muchas organizaciones no gubernamentales.

La decisión de la administración de Donald Trump a principios de este mes, con la que impone un casi embargo económico total en el país, se espera que empeore aún más la crisis, según refieren grupos sociales civiles latinoamericanos.

‘De seis a ocho millones de personas están viviendo en un estado de desnutrición’, esto lo comentó Susana Raffalli, una consejera humanitaria venezolana que ha trabajado alrededor del mundo con la Cruz Roja y Unicef. Antes estas últimas sanciones de los Estados Unidos, dijo: ‘Esta cifra significa que el Estado no puede garantizar que estas personas tengan un adecuado suministro alimenticio’.

La aseveración de Raffali está soportada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura. José Graziano Da Silva, líder saliente de la FAO, señaló en una entrevista el mes pasado que el hambre en Venezuela ha ido en ‘alarmante ascenso’ durante los últimos años.

En un reciente reporte de la seguridad alimentaria, la FAO estimó que entre 2016 y 2018, alrededor del 21,2 % de la población venezolana posee desnutrición. Cuando Maduro llegó al poder en 2013, esta cifra rondaba el 6,4 %.

En su reporte de junio, Unicef estimó que 3.2 millones de niños en Venezuela requieren ‘ayuda asistencial’.

Maduro culpa a una guerra orquestada por los Estados Unidos por los problemas de la distribución de alimentos. EEUU ha impuesto una serie de sanciones a Venezuela con la finalidad de forzar al presidente hacia la salida de su cargo.

La Casa Blanca y la oposición venezolana dicen que el principal culpable es una economía arruinada por años de mal manejo gubernamental cuyo colapso comenzó muchos años antes de las primeras sanciones impuestas por Estados Unidos desde el 2017. En una declaración, el departamento de Estado de los Estados Unidos describe a Venezuela como ‘uno de los peores desastres humanitarios creados por el hombre en el mundo moderno’.

Millones de venezolanos empobrecidos dependen para su sobrevivencia de cajas de alimentos subsidiadas por el gobierno, denunciado como un sistema de control social, pues únicamente van dirigidas a los simpatizantes del gobierno. Las entregas de estas cajas son cada vez más erráticas y su contenido es de calidad variable, de acuerdo a trabajadores sociales.

Mientras tanto, Washington ha acusado al gobierno de Maduro de arrebatar cientos de millones de dólares de los programas de alimentación, y el mes pasado impuso las sanciones a tres hijastros de Maduro por sus roles en todo este entramado.

Maduro ha negado reiteradamente que haya hambruna extendida en todo el país. En una entrevista con la BBC, a principios de año, comentó: ‘Venezuela tiene uno de los niveles más altos en nutrición, tiene acceso extremadamente elevado a la comida y ese estereotipo, ese estigma (de hambruna) que nos tratan de colocar tiene un solo objetivo: presentar una crisis humanitaria que no existe’.

Pero el hambre es una de las principales razones para el éxodo masivo que sufre el país en años recientes, de acuerdo con diplomáticos y trabajadores sociales. Más de 4 millones de venezolanos han tenido que huir y para esos que aún permanecen en territorio venezolano, la situación alimenticia se hace cada vez más peligrosa.

Un empresario con conocimiento en la situación alimenticia de Venezuela, quien habló con The Financial Times en condición de anonimato por temor a represalias gubernamentales, indicó que la data sostiene que la gran mayoría de los venezolanos consumen entre 1.500 a 1.900 calorías diarias.

Aunque los requerimientos calóricos no son una ciencia exacta, nutricionistas concluyen que en promedio un adulto activo necesita alrededor 2.300 calorías al día para mantenerse saludable.

‘No hay discusión académica’, dice el empresario. ‘En este país hay mucha hambre’.

La malnutrición es más aguda en las provincias, de acuerdo a las organizaciones de la sociedad civil. El estado Zulia, ubicado en el límite noroeste con Colombia, es uno de los estados más golpeados. En una encuesta realizada el año pasado, la Comisión para los Derechos Humanos del estado Zulia (Codhez), una Organización No Gubernamental (ONG), encontró que tres de cada cuatrohogares en Maracaibo, la capital del estado, estaban pasando hambre.

Ocho de cada 10 personas señaló que no podían comprar proteínas como pollo y carne, y por ello estaban sobreviviendo mayormente con arepas –una tradicional tortilla de harina de maíz- margarina, pasta y arroz.

Desde entonces, la situación ha empeorado y los salarios no van a la par de la inflación galopante. ‘El precio de la comida subió un 8.165% entre octubre del año pasado y junio de este año’, según Juan Berríos, investigador de Codhez. Nueve meses atrás, el sueldo mínimo alcanzaba a comprar 24 kilogramos de harina de maíz y ahora alcanza para menos de 4 kg.

Organizaciones humanitarias advierten que Venezuela afrontara consecuencias a largo plazo de desnutrición crónica, especialmente en niños. La data recolectada por las organizaciones no gubernamentales y consultada por The Financial Times muestra como el peso y la estatura de los niños venezolanos ha disminuido significativamente, en comparación con el promedio de otras poblaciones similares.

‘Esto tendrá sus consecuencias en salud’, comentó Berríos. ‘Ya esta es una región en donde el consumo de carbohidratos y grasas es elevado y enfermedades como la hipertensión o la diabetes son comunes. Esto solo tiende a empeorar. Si durante tu niñez estás comiendo únicamente arroz, pasta, con muy pocos vegetales y frutas, ¿qué puedes esperar?’.

El empresario con conocimiento en la industria de alimentos teme que, como resultado de la crisis, ‘millones de personas sufran daño físico irreversible y necesiten estar en constante control por el resto de sus vidas’.

Ya es demasiado tarde para prevenir una catástrofe, expuso. ‘Ahora la pregunta es cómo cuidar a personas que estarán como zombies por 30 años’.  


Artículo escrito por Michael Stott y Gideon Long para Financial Times. 
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Foto: Iván Ocando 

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