El acceso a agua potable, ¿un derecho humano en desuso??

El acceso al agua potable es un derecho humano, sin embargo, en el mundo, y actualmente en nuestro país Venezuela, representa todo un reto para millones de personas. Como lo afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS) el acceso al agua potable es fundamental para la protección de la salud y la supervivencia, disponer de agua suficiente, saludable, aceptable, y físicamente accesible y asequible para el uso personal y doméstico, es fundamental para poder comer, lavarse o beber.

La interrupción, mal funcionamiento o racionamiento de los servicios públicos de agua, gas, luz, transporte, alimentación, educación o salud afectan directamente las labores diarias que realizan las familias.

En particular la interrupción del servicio de agua potable, tiene efectos inmediatos en las poblaciones, empleando muchas horas por día recolectando agua, esta obligación les deja menos tiempo a las personas para participar de otras actividades como asistir a la escuela o participar en el mercado laboral.” (ONU 2018:14), todo esto en particular afecta en mayor medida a las mujeres y niñas/os, por ser quienes más horas pasan en el ámbito doméstico.

La gravedad de la continua crisis en Venezuela afectada por la escasez de alimentos y la pérdida de medios de vida, ha ampliado las responsabilidades y las afectaciones de los venezolanos, que habitan en hogares con acceso limitado al agua potable, como los asentamientos en condiciones de hacinamiento,

En el país existe desde el 2001 la ley orgánica para la prestación de los servicios de agua potable y de saneamiento, de acuerdo a esa normativa todas y todos deberíamos disfrutar de un servicio de agua eficiente y disponer del mismo de manera potable, suficiente y constante a través de tuberías que garantice sea apta para el consumo humano. Pero hay una gran distancia entre lo que está normado y la realidad que vive cada familia día a día.

Diariamente las familias venezolanas, deben hacer malabares para abastecerse del vital líquido, y el efecto que sobre los presupuestos familiares representa carecer de un sistema de suministro de agua potable es de alto impacto, debido a que deben comprar el agua a las cisternas que cobran el líquido en dinero en efectivo (bolívares o dólares) y cada vez más costosos, debido a que los servicios de cisternas públicas no existen. El agua se ha transformado en un elemento de planificación doméstica, lo que obliga a permanecer en casa para estar pendiente del suministro y limita la realización de otras actividades.

Las personas se dedican a almacenar el agua en cualquier cantidad de recipientes a los fines de poder contar con la misma para sus actividades y aseo, o han creado estrategias como utilizar el agua residual de los aires acondicionados para realizar el aseo de los baños y evitar utilizar para estos el agua almacenada que sirve para consumo; por su parte muchas personas y tomando en cuenta la necesidad económica y la falta de ingresos producto de la pandemia, se han dedicado a transportar agua para los vecinos de la comunidad y de esta forma adquirir algo de dinero para cubrir parte de sus necesidades básicas. En el peor de los casos, los grupos familiares más desposeídos, apelan a la lluvia para recoger y almacenar el vital líquido, impedidos de realizarlo por otros medios, viendo así aún más afectada su salud y calidad de vida.

Delisbeth Villalobos