La Ausencia

Por Karla M. Carrión Mora

 

Tras la llegada de Nicolás Maduro al poder en el año 2013, Venezuela se ha visto sumergida en una de las mayores crisis de su historia, viviendo a partir del año 2014 ciclos de protestas a nivel nacional que ha demostrado un evidente patrón represivo por parte de quienes ostentan el poder, dejando miles de ausencias en los hogares venezolanos sumado a la migración, la violencia y la crisis humanitaria compleja que golpea cada día más a los venezolanos. Según registros de la organización Justicia, Encuentro y Perdón desde el año 2014 hasta el 2020 han sido ejecutados extrajudicialmente en el contexto de las manifestaciones: 331 venezolanos.

 

Carlos Moreno, la historia de su ausencia.

 

Carlos Moreno fue asesinado el  19 de abril de 2017 en manos de grupos de civiles armados conocidos como “Colectivos” durante una concentración en la Plaza la Estrella en San Bernardino, Caracas. El 22 de abril cumpliría 18 años de edad.

Carlos estaba por ingresar a la universidad cuando fue asesinado.

 

 

Para su madre y su hermana Carlos era el orgullo de la casa tras vencer varias dificultades en el transcurrir de su corta vida.

 

 

Aferrarse a la fe cuando no hay certezas de justicia, su madre aun espera por el momento en que el asesinato de Carlos no sea solo un número entre tantos dentro del patrón que arrebató a cientos de hijos de los brazos de sus padres. Aunque reconoce que el actual sistema de justicia no busca de ninguna manera castigar a los responsables “cada vez que voy a los tribunales es como si volvieran a matar a mi hijo”.

 

 

Su cuarto, un recordatorio de la ausencia.

 

 

Fotos y su celular, los pocos recuerdos materiales que le quedan de  Carlos.

 

La búsqueda de un futuro incierto, la madre de Carlos Moreno.

 

 

Tras perder un hijo, los espacios se desdibujan y transforman. Con la nueva normalidad, para Marilce la cotidianidad se hace dolorosa y punzante, la ausencia de Carlos se vive a cuerpo presente con el volcar de las horas del reloj infinito que le confina al mismo rincón que ya lleva grabado en su piel.

En el cielo también estará acompañado, por quiénes al igual que él, entregaron lo mejor de sí y hoy los llevamos grabados en el corazón y en el alma. Cómo un recuerdo constante de lo que jamás debe volverse a repetirse, la vida tiene que celebrarse, nunca arrebatarse.

 

Karla M. Carrión Mora